¿ Modas pasajeras o símbolos de nuestra generación?
Como pasa en distintas provincias, en la Ciudad de Buenos Aires se estudia hacer el control de la práctica de tatuajes y perforaciones. Dicha medida debe estar, básicamente, destinada a evitar contagios de infecciones.
Esta nueva “onda’’ que vemos todos los días de trazar marcas en los rostros, y cuerpos de los jóvenes, y no tan jóvenes, se da como forma de practicar la autonomía, de lucir rasgos que hacen a la estética personal o de asumir ciertos compromisos.
Tatuarse y perforarse son algunas de las modalidades más habituales, aunque también existen los implantes de acero inoxidable los cuales se insertan debajo de la piel, y suelen ser riesgosos.
Dado que se trata de intervenciones de efectos persistentes, y que además presentan el riesgo de producir infecciones en caso de que se realicen sin las debidas precauciones o sin los necesarios cuidados posteriores, es razonable que se busque regular este tipo de actividades.
Lo que se da frecuentemente, es que muchas de las chicas o chicos que se realizan estos pearcings o tatuajes no les consultan a sus padres, lo que lleva a grandes discusiones familiares. Y si bien no debe obstaculizarse el desarrollo de formas expresivas y estéticas de orden estrictamente personal, las instituciones deben cuidar que se lleven adelante en comercios habilitados, y tomando todas las precauciones del caso. Es así necesario, entonces, que se cuide el uso de material descartable y que, entre las cuestiones básicas en juego, se requiera el consentimiento de uno de los padres o tutores de los menores de 18 años.
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